viernes, 16 de mayo de 2008

Arte

  • Tejidos

Conocieron un desarrollo espectacular. En primer lugar se daba a las fibras (lana y algodón) un tinte con colorantes naturales, para a continuación ser hiladas con la ayuda de ruecas y después tejidas en diversos tipos de telares rudimentarios. El más corriente, todavía se sigue utilizando en los Andes, consistía en dos lienzos colocados sobre un plano horizontal, uno fijado a un árbol o a un poste y el otro atado a una correa que el tejedor pasaba alrededor de los riñones. Las técnicas conocidas eran muy variadas, pero para producir tejidos destinados a fines ceremoniales se utilizaba el brocado, el bordado y la tapicería, siendo las piezas salidas de los talleres de Paracas las más apreciadas. Estas magníficas telas podían alcanzar hasta 20 metros de longitud y estaban decoradas con una perfecta maestría y buen gusto con motivos zoomorfos policromos, marcando, sin duda, uno de los más brillantes momentos del arte universal del tejido. Además de estas piezas, de clara inspiración foránea, los incas dieron paso a un variado universo propio con vistosos diseños geométricos de gran colorido. Dividen el espacio en franjas y cuadrados donde expresan un complejo mundo de símbolos presidido por la disposición geométrica. Durante este periodo la producción textil adquirió un carácter masivo siendo los templos del Sol los lugares destinados al abastecimiento del Inca y su corte.

  • Metalistería

Los objetos de metal constituyen, sin duda, la realización más llamativa de todas cuantas llevaron a cabo los incas. La tradición orfebre, muy antigua en la costa peruana, ocupó un capítulo muy importante dentro de su ajuar. Trabajaron el cobre, el bronce, la plata y el oro, siendo el repujado y calado de láminas el procedimiento más utilizado. Las decoraciones son eminentemente geométricas, aunque los motivos antropomorfos y zoomorfos, representados frontalmente conforme a los principios de hieratismo y simetría axial, son bastante frecuentes. Los alfileres y prendedores para sujetar las prendas de vestir, tupu en lengua quechua, fueron elementos muy corrientes aunque de tipología poco variada. El remate solía ser una lámina muy desarrollada, de forma variable, que en el caso poco habitual de ir decorada, presentaba motivos geométricos muy simples dispuestos en bandas o cenefas. El alfiler de cabeza laminar o circular fue el modelo cuzqueño que alcanzó más difusión y popularidad, pudiéndolo encontrar tanto en Cuzco como en los últimos confines del Imperio.
Otras culturas del periodo intermedio tardío (Chancay, chimú, ica-chincha) desarrollaron un arte figurativo muy rico a base de prendedores rematados por figuras humanas o zoomorfas. Colgantes, collares, aretes, anillos, brazaletes y pulseras son otros tantos objetos fabricados según las técnicas descritas. Los vistosos y ricos tocados que adornaban las cabezas de reyes y nobles (donde confluían materiales como el tejido, la plumería y los metales preciosos) son otros tantos ejemplos de la riquísima orfebrería inca. Encontramos también objetos rituales, utilizados como amuletos u ofrendas, que representan animales y figuras humanas, de bulto redondo, entre los que merece la pena destacar las figuras antropomorfas desnudas con una estilización y geometrización muy señalada, y los estereotipos más comunes de llamas y vicuñas. Los objetos de metal se encontraban a menudo incrustados de piedras preciosas o semipreciosas. A veces se coloreaban con un ácido natural que bruñía el cobre haciendo salir, de este modo, el brillo del oro o la plata con que estaba aleado. La producción se orientó hacia fines ornamentales. El Inca, la corte y los dignatarios del Estado iban ataviados con pectorales, brazaletes y collares, que ponían de manifiesto su inmenso poder.

  • Cerámica
La ausencia del torno hacía que el alfarero tuviera que modelar la vasija a mano, y la pasta, presentada generalmente en forma de rulos alargados, se enroscaba sobre sí misma para construir las paredes de la pieza. Además de esta antigua técnica andina, la utilización del molde permitió la fabricación en serie, de tal forma que la producción se incrementó notablemente. Debemos distinguir entre el menaje doméstico y la vajilla de uso ritual. Mientras que en el primer caso las formas y tamaños derivaban de las necesidades cotidianas, en el segundo, su desarrollo estuvo directamente condicionado por el mundo de las creencias.
Estilísticamente encontramos la cerámica tipo killke, con una cronología que va del 1200 al 1450 d.C., y la cerámica policroma tipo Cuzco desde 1450 hasta la colonia. Las primeras aparecen decoradas con motivos geométricos muy sencillos en tonos rojos y negros mientras las segundas, decoradas de igual forma, denotan una elaboración técnica más cuidada. No sólo se plasmaba sobre sus paredes una rica iconografía, sino que las piezas mismas eran colocadas como ofrendas en las sepulturas.
Los alfareros incas no inventaron ninguna técnica que fuera desconocida en épocas anteriores y su cerámica se caracterizó, fundamentalmente por formas equilibradas, un pulimento notable y la preponderancia de los motivos geométricos. Los tipos más característicos y propios fueron el aríbalo, una vasija globular de base cónica, cuello cilíndrico de borde evertido con un apéndice zoomorfo en la base del cuello y dos asas en forma de lazo; el kero, un vaso de uso ceremonial utilizado por el Inca y la nobleza; y una gran variedad de cuencos y platos de muy diversas formas y decoraciones.
Los keros y pajchas merecen una mención especial. Realizados a partir de maderas muy duras como la chonta y utilizados para libaciones rituales a la tierra, se ornamentaban mediante incisiones o decoración labrada sobre las que luego se aplicaban pastas resinosas coloreadas. Los temas solían ser escenas figurativas dispuestas en franjas o frisos horizontales que proporcionan una riquísima información sobre la vida incaica, tanto en época prehispánica como en tiempos de la conquista española (encontramos escenas cortesanas, de guerra y rituales). Estas tipologías siguieron vigentes durante la época colonial, aunque incorporando en sus composiciones numerosos elementos ornamentales de raíz hispana y mayores dosis de dinamismo y profusión decorativa.


  • Escultura

Los trabajos realizados en piedra constituyen el otro gran conjunto de realizaciones incaicas que merece la pena destacar. Suele limitarse a representaciones zoomorfas de auquénidos (llamas, vicuñas y alpacas) y fitomorfas (mazorcas de maíz), que son conocidas como conopas, y a numerosos cuencos y recipientes llamados popularmente morteros.
Bibliografía Estas fuentes proporcionan información adicional sobre Arte y arquitectura incas.
Entroncados en las tradiciones artísticas andinas, los incas supieron imprimir un carácter propio y original a sus obras que se basó en una simplificación de las formas por medio de volúmenes geométricos sencillos y una esquematización de los motivos decorativos muy próxima a una concepción estética geometrizante y cubista. El arte inca se caracterizó por la sobriedad, la geometría y la síntesis, tendiendo más a lo práctico y funcional que a lo formal.

Arquitectura

La arquitectura inca fue fundamentalmente lítica, pero con su pragmatismo se adaptaron en la costa a las formas tradicionales de la construcción con adobe. Los paramentos de piedra se diferencian según la finalidad de la construcción y el tipo de material empleado. Por ejemplo, los muros de corrales y de habitaciones campesinas se realizaban con piedra sin trabajar, superpuestas y ajustadas con piedrecillas; es la pirca. Se cubrían con techos a dos aguas de ichu, la hierba dura de la puna, sostenido por un armazón de palos.
Para la gran arquitectura se utilizaban piedras seleccionadas y bien talladas. Para fortalezas se prefería el aparejo poligonal, trabajando cada piedra de forma individual para que sus ángulos encajasen perfectamente con los de sus vecinas. En las bases de estos muros aparecen verdaderas piedras ciclópeas, de varias toneladas de peso, cuyo ejemplo más conocido es la fortaleza del Sacsahuamán.
Los palacios y edificios religiosos se hacían con piedras regulares, colocadas en perfectas hiladas horizontales que presentan siempre un aspecto completamente liso al exterior. En los muros curvos el ajuste y la colocación de las piedras seguía siendo perfecto, sin haber el menor resquicio entre las mismas. El acabado final se conseguía por frotamiento de arena humedecida. Un tipo de aparejo muy característico es el de piedras almohadilladas, utilizado tanto para andenerías de cultivo como para edificios, que bajo la dura luz del altiplano produce un interesante efecto visual.
Los edificios incaicos tienen además otra serie de características peculiares que le confieren un estilo inconfundible. Los muros se hacían siempre con un ligero talud, que proporciona un cierto aspecto macizo. Los vanos tienen forma trapezoidal y en el interior de las habitaciones aparecen nichos u hornacinas de la misma forma. A pesar de la magnificencia de los muros líticos, los tejados se techaban con madera, hasta el templo mayor del Cuzco se cubrió así.




  • urbanismo

El urbanismo inca encuentra su mejor ejemplo en su capital: el Cuzco. Fue remodelada por Pachacutec Inca Yupanqui a mediados del siglo XV. La ciudad se estructura sobre la base de dos diagonales que se cruzan en la plaza central formando así cuatro barrios. Del centro de la ciudad partían las rutas que conducían a las cuatro regiones del Imperio. En el norte dominaba la fortaleza del Sacsahuamán, donde residía el centro político-militar del Estado y cuyo plano se ha identificado con la cabeza de un puma o de un halcón con las plumas erizadas, mientras que el resto de la ciudad sería el cuerpo del animal. La asociación del felino con el halcón se remonta a tiempos formativos y responde a una interpretación simbólica del espacio.
El otro gran ejemplo fue la ciudad de Machu Picchu, quizá la que ha generado más literatura. Se adhiere a una escarpada cima montañosa bajo la protección de un elevado pico, el Huayna Picchu. Se encuentra situada en una curva del río Urubamba, rodeada de precipicios que caen verticalmente. Terrazas, palacios, recintos sagrados, habitaciones, forman un impresionante conjunto que, a pesar de haber sido sometido a una feroz reconstrucción turística, sigue conservando un aspecto imponente y majestuoso.
Como ejemplo impresionante en el que el urbanismo se conjuga con un imponente escenario natural es el de las andenerías de Pisac. Situada en una escarpadura rocosa perpendicular al valle del río Vilcanota, forma un gigantesco conjunto de terrazas colgantes a gran altura, junto con palacios, fortificaciones, reservorios de agua y templos.
Los palacios cuzqueños son innumerables y constituyen, hoy día, los cimientos de la ciudad colonial. Destaca también en ellos la perfección y sobriedad de su construcción, reduciéndose los elementos decorativos a los típicos nichos y a algunas decoraciones en relieve de pumas y serpientes

  • Arquitectura civil

La arquitectura civil gira en torno a las exigencias del Imperio. Encontramos caminos y calzadas para la rapidez de las comunicaciones y la movilidad de las tropas. Depósitos y almacenes desde donde se distribuía todo lo necesario para el correcto desenvolvimiento de la vida cotidiana.

  • Arquitectura religiosa

La arquitectura religiosa está representada por la huaca del Sol o Coricancha. Su recinto sagrado estaba delimitado por un muro con una especie de proa curvilínea. Encerraba una roca sagrada, el usnu, llamado por algunas fuentes el intihuatana, el lugar del Sol. Se le han atribuido funciones astronómicas, pero parece más bien que poseía carácter mágico-religioso por el que, a través del sacrificio, se ponía en relación la divinidad solar con los seres humanos. Todavía subsisten parte de los edificios originales, entre los que destacan cuatro construcciones rectangulares, colocadas dos a dos, siguiendo un perfecto eje de simetría y que, según los cronistas españoles del siglo XVI, estuvieron recubiertas de placas de oro y pedrería. El Coricancha era también el mausoleo de los soberanos incas y allí se guardaban las momias a las que su linaje rendía culto. Parece que en el exterior hubo un jardín artificial de oro en el que, según las descripciones españolas, los terrenos eran de oro fino, así como las mazorcas de maíz, el ganado e incluso los pastores que lo guardaban. En la actualidad el antiguo Coricancha se ha convertido en la iglesia de Santo Domingo.

  • Arquitectura militar

La arquitectura militar está representada por el Sacsahuamán. Esta antigua fortaleza estuvo formada por una serie de edificaciones de las que no quedan más que los cimientos, pero de la que todavía permanecen tres enormes murallas que, de forma escalonada y siguiendo tres niveles, se enlazan armoniosamente formando una imponente obra de defensa. Sus edificios revelan todo tipo de funciones, desde palaciegas hasta defensivas, pasando por las de almacenamiento. Debió ser un centro de poder desde el que el Inca, rodeado de una esplendorosa majestad, impartía órdenes a todos los confines del Imperio. Constituía el símbolo más importante del poder militar de los incas siendo, a demás, un lugar muy idóneo para refugiarse en caso de rebelión o invasión.

Cultura


Los incas fueron gobernantes que recopilaron y dieron gran extensión a una serie de costumbres que ancestralmente existían en los Andes. Su valor no se halla tanto en su capacidad creativa, sino en su habilidad para difundir, ordenar y administrar el sistema andino en un amplio territorio. La base de la cultura y la organización andina se encuentra en el parentesco, es decir, en el ayllu, un conjunto de personas que se consideran parientes pues creían descender de un antepasado común. Éstos están a su vez unidos por vínculos de reciprocidad, es decir, están comprometidos a ayudarse mutuamente en las labores cotidianas; a este tipo de trabajo se le conoce con el nombre de ayni. También tienen la obligación de trabajar juntos para el beneficio de todo el ayllu: este trabajo se conoce como minca. Los miembros de un ayllu responden a la autoridad de sus curacas (caciques), que son los encargados de regular las relaciones sociales, de ejecutar las fiestas, de almacenar recursos, repartir las tierras entre su gente y disponer de la mano de obra. La economía inca no conoció ni la moneda, ni el mercado, por lo tanto los intercambios y la fuerza laboral se obtenían a través de lazos de parentesco o por reciprocidad. Entre parientes existía un intercambio de energía constante, pero también se daba trabajo para la autoridad, conocido como mita. El inca pedía como tributo exclusivamente mano de obra, que era enviada a trabajar sus tierras, a hacer cerámica, a construir andenes o grandes obras arquitectónicas. A cambio, el inca devolvía estos servicios organizando rituales, manteniendo los caminos, repartiendo bienes en caso de necesidad o en fiestas; esta relación por la cual el inca devolvía el trabajo del ayllu se conoce como redistribución.
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jueves, 15 de mayo de 2008

Historia, antecedentes y acontecimientos

  • Antecedentes
Los incas no eran un grupo étnico natural del Cuzco, región que después será su área central, se trataba de una población que emigró hacia el año 1100 d.C., probablemente desde el Altiplano, hacia el valle de Cusco o Cuzco, donde durante casi trescientos años llevaron a cabo incursiones y alianzas con los pueblos de la zona. Con el paso del tiempo se convirtieron en un grupo muy poderoso e importante, sin embargo permanecieron en la región hasta la invasión chanca y el gobierno de Pachacutec Inca Yupanqui, cuando empezaron a expandirse por otras regiones.

Cuenta la leyenda que eran años en que gobernaba el Inca Viracocha, cuando aparecieron rodeando la ciudad del Cuzco los chancas, un pueblo muy belicoso de la sierra central, quienes atacaron y destruyeron la ciudad, tras de lo cual Viracocha huyó. Frente a las ruinas del viejo templo solar, el Inticancha, el general Yupanqui imploró su ayuda al dios Sol, el cual convirtió a las piedras que rodeaban la ciudad en soldados (conocidos como pururaucas) y éstos derrotaron a los enemigos.

  • historia

La gente entonces aclamó a Yupanqui como su nuevo inca y éste asumió el cargo con el nombre de Pachacutec (‘el que transforma el mundo’). Con el nuevo inca, el sector militar se vio fortalecido y la expansión adquirió importancia. Pachacutec conquistó la meseta del Collao, Arequipa, el valle del Mantaro, a los chinchas (icas), Lima, entre otros territorios, y organizó el Tahuantinsuyu. A Pachacutec le sucedió Túpac Inca Yupanqui, quien como auqui (‘príncipe heredero’) continuó la expansión por la costa y la sierra norte, dominando a los chachapoyas, los chimú y otros pueblos importantes hasta el actual territorio de Ecuador. Posteriormente, ya como inca, se dirigió al sur, donde avanzó hasta el río Maule, punto que se convertirá en la frontera sur del Imperio. Éste, no obstante, alcanzó su mayor extensión con el reinado (1493-1525) del hijo de Túpac, Huayna Cápac. Hacia 1525, el territorio bajo control inca se extendía por la zona más meridional de la actual Colombia, por Ecuador, Perú y Bolivia y por zonas de lo que hoy en día es el norte de Argentina y Chile, abarcando un área de más de 3.500 km de norte a sur, y de 805 km de este a oeste. Los investigadores estiman que esta inmensa región estuvo habitada por una población de entre 3,5 y 16 millones de personas de distintas culturas andinas.
La muerte de Huayna Cápac en 1525, antes de que pudiera designar a su sucesor, provocó la división del Imperio. Sus dos hijos, los hermanastros Huáscar y Atahualpa, aspiraban al trono. La consiguiente y encarnizada lucha entre ambos, que finalizó en 1532 con la captura de Huáscar, debilitó seriamente al Imperio. En este crítico momento el conquistador español Francisco Pizarro desembarcó en la costa con una fuerza de unos 180 hombres dotados de armas de fuego. Pizarro, apoyado por distintos grupos de indígenas descontentos por la dominación inca, logró controlar el Imperio, altamente centralizado, haciendo prisionero a su jefe, Atahualpa. Temeroso de que Pizarro pudiera ordenar su destitución en favor de Huáscar, Atahualpa dio la orden de ejecutar a su antiguo rival, lo que sería una de las causas de su propia condena en el proceso al que le sometieron los españoles un año después. El 26 de julio de 1533, cuando todavía se estaba acumulando un enorme depósito de ornamentos de oro procedentes de todos los rincones del Imperio, Pizarro ejecutó al garrote a Atahualpa.

Atahualpa El último soberano inca, Atahualpa, fue ejecutado por los conquistadores españoles, en 1533, por considerar que conspiraba contra Francisco Pizarro.Library of Congress Ampliar Ese mismo año, los españoles iniciaron su marcha a Cuzco. En Jauja (un punto intermedio) conocieron a Túpac Hualpa (Toparpa), quien se presentó como hijo de Huayna Cápac y legítimo heredero al cargo de inca, Pizarro lo nombró entonces como tal. Al llegar y ocupar Cuzco, recibieron la noticia de que Toparpa había sido asesinado, entonces Francisco Pizarro nombró a Manco Inca (Manco Cápac II) como nuevo soberano. Manco Inca se rebeló contra los españoles en 1536, cercó Lima y Cuzco por algunas semanas, hasta que finalmente fue derrotado en Sacsahuamán. Tras la derrota huyó hacia el oriente, fundando un centro de resistencia conocido como Vilcabamba: por ello a él y a sus descendientes se les conoce como incas de Vilcabamba. Al morir Manco Inca, le sucedió en el trono su hijo Sayri Túpac, quien firmó la paz con el virrey Andrés Hurtado de Mendoza, marqués de Cañete, pero falleció en 1561, siendo reemplazado por Titu Cusi Yupanqui, que reinició las hostilidades; finalmente, en 1570, asumió el poder Túpac Amaru, quien fue derrotado y decapitado en 1572 por orden del virrey Francisco de Toledo.

¿Que, y quienes son los Incas?

(del quechua, inka, ‘rey’ o ‘príncipe’), nombre genérico de los gobernantes cuzqueños, con equivalencia a soberano, quienes establecieron un vasto imperio en los Andes en el siglo XV, muy poco antes de la conquista del Nuevo Mundo por los españoles. El nombre también se aplica por extensión, a todos los súbditos del Imperio incaico o Incanato. Inca es, arqueológicamente, el nombre de una cultura y un periodo prehispánico.